miércoles, 10 de marzo de 2010

A mi paso

Ayer cambié de casa, espero que vivir “sozinho” en mi nuevo hogar me devuelva a la calma en que quiero verme. Espero y quiero creer que sí. Hoy me desperté envuelto en sudor y sueños que ni yo mismo puedo explicar. Un poco desorientado y un poco desquiciado, tomé rumbo al trabajo, donde paro ahora un instante para tomar café y chocolate, y deleitarme con unas pocas palabras.

Luanda huele a todo, a pescado salado y carne podrida, a aguas fecales y jabón, a tierra, polvo, humo y basura, pero también huele a irresistible con el paso del tiempo. El camino que tomo tiene pendientes de tierra imposibles, obstáculos, baches, basura, riadas de lodo y mierda, casas museques-favelas, oficios y beneficios, y muchas más cosas, y coches. En un instante, otro instante: las mujeres jóvenes transportan baldes con agua sobre sus cabezas, y esta se escurre y derrama a cada paso por sus cuerpos, siluetas perfectas. Los niños empujan carretas con todo tipo de cargas, la mirada busca una meta y el esfuerzo derrama sudor en vez de agua, también se ven siluetas perfectas. En cada esquina de barro se asientan vendedoras de huevos y verduras, chucherías y gaseosas, y tengo cuidado de no salpicarles con más mierda encima al paso de mi coche, ya tuvieron suficiente hasta ahora.

Me gusta y no me gusta lo que veo, a cada paso, cada mañana, a cada mirada... BESOSS

No hay comentarios: