lunes, 7 de abril de 2014

Paisaje sonoro

En La Punta resonaba en el paseo el mar que despierta anhelos y “saudade”, en El Médano andaba yo quieto al vaivén de los golpes de mar en la orilla y pensaba en cada uno de los sonidos que marcan bandas sonoras silvestres y nos devuelven los buenos recuerdos. Entonces pensé que podía recorrer mi corta vida o larga vida según se mire, retomando los ruidos o la huella sonora que mejor me acompañaron. Nada es igualable al batir del mar, es un eco constante y por tanto melodía, miles de veces me quedé mirando indiferente de mil maneras el mar atlántico canario, sin saber sabiendo que esas notas acabarían impregnadas para siempre y sin remedio en mi mapa sonoro vital. También me viene a la mente el sonido de los pájaros en África en general y en el delta del Okavango en particular, el estruendo de Victoria Falls, el bullicio de El Cairo entre cafés o el timple de una romería, que me encanta. Y muchos más, cada cual que saque conclusiones propias.

Cuando escribo el título de este post me viene a la cabeza la expresión “paisanaje”, que Unamuno recalcó para mostrar su cabreo con el mundo y su indignación con la calidad humana que le rodeaba: “Qué país, qué paisaje y qué paisanaje”. Y hoy en día no viene mal ponerla en valor otra vez, la circunstancia de ser de un  mismo país o región no nos convierte en cómplices con cada una de las personas o clases miembros de tal sociedad, a veces integrante y  otra excluyente. Y también a veces puede suceder que sea un orgullo tal conjunto de paisanos, en la mayoría de los casos ¡claro que sí! Buena semana…