viernes, 26 de marzo de 2010

Me voy 10 días:



Ha sido una semana dura pero muy buena en líneas generales, estoy contento. Entre emails de trabajo, informes y agendas, una breve despedida, o una despedida breve:

Mañana vuelo muy temprano desde Luanda a Johannesburgo, allí el “Malaca” y yo tomaremos un Jeep y cruzaremos toda Botsuana para alcanzar las Cataratas Victoria, entre Zambia y Zimbabue. Son un salto de agua de más de 100 metros del río Zambeze, bautizadas por el misionero Livingstone durante su navegación por este río (ver libro amarillo a la derecha de la pantalla). No sé donde pararemos por el camino pues son grandes extensiones, veremos los grandes animales y sin duda algo nos pasará, pues aquí el “Malaca” es un gafe que no veas.
Llegamos a la vez a vivir en Luanda, se compró una motilla china para "navegar" por la ciudad y aguantó dos meses, después de seis caídas, quemaduras y golpes. Ahora ha optado por un carro de segunda mano que le ha vendido un angolano por 5.500 dólares y ya está parado en la calle, no tiene batería. Para más mala suerte, en el momento de llamar a su oficina para clamar por la situación, le para un policía y venga, gaseosa que te pego (esta es la manera de arreglar aquí los asuntillos con la poli en la calle, yo te ayudo si tú me ayudas, dinero vamos).

Ayer salí del curro, me rapé la cabeza en el barbero de siempre, un tipo muy peculiar. Luego tenía que hacer tiempo para el concierto y estaba a la espera de la gente, no tenía coche pues había bajado a trabajar de “boleia” (cuando aprovechas el viaje en coche de otro), así que me fui a comer “composto”, que no es más que un bistec asado con huevos fritos encima, ensalada y papas fritas, y una Ecka, cerveza local fabricada en Dondo, provincia de Kwanza Norte. Luego me fui al 25 de Abril a esperar al “Malaquita” y a tomar algo. El 25 de Abril es un bar dentro de una casa vieja colonial, en medio de la parte histórica y central de Luanda. El dueño es un viejo portugués que debe haber estado en todas las etapas de Angola, la colonial, la guerra de la independencia en los setenta, los posteriores 30 años de conflictos internos, y la “tranquilidad” actual. Ahí está siempre haciendo cuentas, y por la tarde los angolanos mezclados con los portugueses juegan al ajedrez en el patio interior, al abrigo de ventiladores que no paran de trabajar. Ayer jugué con uno, era policía me confesó después de ganarle las dos partidas, y de hacerme alguna trampilla. De esta forma acabé toda la tarde bebiendo cerveza y jugando al ajedrez con Jorge. Van a hacer un campeonato y quería participar, por eso entrenaba me decía.

El concierto fue genial, pude hablar con los músicos franceses y están de ruta por el África Austral: Sur África, Maputo, Angola, Pretoria, etc., eran bastante jóvenes, muy buena aventura la de ellos. Después una hamburguesa de la calle antes de llegar a casa me ha causado algunos estragos en el estómago, pero esto son gajes del oficio.

Un abrazo, nos vemos a la vuelta.

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