Anoche cayeron truenos y relámpagos sobre Luanda, y lluvia, mucha lluvia. En la cama todo parecía ajeno a mí, sólo los destellos de luz me daban verdadera noción de la realidad. Por la mañana, entre sueños y legañas, al salir de casa parecía que estaba en otro lugar, quizás más al norte del mundo. La calzada húmeda, el olor a hierba mojada, las gallinas de guinea exaltadas y revoltosas. Sólo la llamada de un amigo a las 6.30 de la mañana me devolvió a la realidad.
Por la s calles se ven arenas corredizas, piedras y más lodo que de costumbre, la gente no está tan despierta, tan tensa e intensa, tan excitada y embroncada, clara muestra de que el clima también ayuda a las fieras, incluido a mí.
Me despierto y cuento los días para irme a Sudáfrica, veo elefantes en mis sueños y jirafas tras las esquinas, danzarines en Zimbabue y guerrilleros en Botsuana. Veo mucho y sin embargo nunca vi. Tal vez los viajes empiezan así, divisando la jugada días previos al partido, emocionado y expectante. Aún quedan unos cuantos días y tal vez sea más importante el viaje de regreso a Luanda, por lo menos en cuanto al viaje de mi vida.
P.D.: foto de la noche de Luanda, desde la marginal, baixa.
BESO
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