domingo, 14 de septiembre de 2014

Domingo

 
Una buena amiga me comenta que ha pasado unos días triste sin saber porqué, llorando sin saber a qué, y removiendo su interior para dejar hueco a la esperanza. Lleva días de bruscos movimientos internos, los puedo imaginar, la puedo imaginar. Le caen lágrimas a la mañana y luego despierta para volver a ser ella, sonriente, alegre y radiante. Ahora que soy yo el que está más fuerte y seguro, le invito a ella a estar más cerca del camino y tomar las riendas, no conozco muchas personas como ella, es una de las mejores que conozco y más personales en su manera de ver las cosas. Un pura sangre.
Si estuviera más cerca tomaríamos un café, unos nachos tal vez, y hablaríamos largo y tendido en cualquier lugar del sur, cerca del sol, y nos desahogaríamos mutuamente sobre amores y desamores, luchas ganadas y perdidas, batallas internas, y esperanzas y sueños. A veces nos basta con una bocanada de aire para cambiar la perspectiva, el chip que supla a la tristeza. No conozco muchas personas tan generosas y libres a la vez, espero que pronto se recupere y esté al cien por cien, lo logrará. Por ella y los que la rodean, valor al alza.
Es un domingo casero, me gusta mi casa en Kinshasa. Es un apartamento de una habitación, cocina y salón, y balcón, pero todo está en madera y cada cosa a un nivel de altura, como si fueras bajando los camarotes de un barco, por lo tanto estoy todo el día subiendo y bajando escaleras desde mi habitación/baño, hacia la cocina o la sala de estar, todo libre y espaciado, una construcción muy rara, pero me va. Y en frente una cristalera que muestra la colina del barrio y me sitúa en la realidad del territorio.
Buena semana a todos!


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