Hoy hemos pensado que debemos
hacer algo conjuntamente, algún proyecto literario o cultural, algo que nos
involucre a ambos y podamos crear conjuntamente, y quizás es el momento de
aprovechar el huracán que nos separa en forma de mundo para “cartearnos” y dar
nuestro punto de vista, desde Kinshasa, ciudad que me acoge en este período de
mi vida, hasta Las Palmas, ciudad a la que tengo gran estima y cariño, y villa
de origen y residencia de mi querido amigo Quique, la otra parte
correspondiente de esta relación epistolar que se vislumbra pública en este
blog, y también en el suyo:
Correspondencia entre dos mundos,
de Kinshasa a Las Palmas (I):
Incluso en éstos tiempos, querido
amigo, se echa de menos lo que no debiera echarse en falta, y aquel dolor que
debiera suplantarse por color y hermosura, reaparece incluso en ésta tierra
mojada por las nubes y el anhelo de tantos. Incluso en Kinshasa se escucha el
saxofón que tanto gustas de practicar, el mar que rompe en la barra de Las
Canteras y los recuerdos del café dónde el poeta Leopoldo María Panero, vecino
de tu barrio y loco cuerdo y amado, debió imaginar y recitar entre labios,
entre líneas y entre copas, aquello de “El caballo de hierro cruza ahora sin
miedo, desiertos abrasados de silencio”. Silencios tengo muchos en este país de
gente callada y sin voz, pero me pregunto, te pregunto, ¿Somos tan diferentes
en las islas, en tu isla? ¿Sigue sin despertar el sentimiento solidario en la
protesta por los derechos sociales y el bienestar común? ¿Sigue saliendo más
gente al fútbol que a ponerle la cara roja a un mal gestor? ¿Somos diferentes a
un pueblo sin voz ni voto? Un abrazo querido, y mantenme al hilo de la
correspondencia entre mundos hermanos.
Réplica: Correspondencia entre dos mundos,
de Las Palmas a Kinshasa (I):
Recibo tus letras virtuales como
si de flores y abrazos se trataran. Alegran noticias de personas que trabajan
por encontrar mundos mejores. Inspiran el corazón saber que están ahí.
Mientras, aquí todo gira en torno a vidas tranquilas y ciudades cargadas de
sueños de grandeza. A veces algún mandamás se pasa demasiado con el paisano y
se montan pequeños alborotos sociales. Nunca suficientes como para que bajen la
cabeza y tomen caminos ejemplarizantes.
Avergonzado desde mi confortable
espacio, hecho una sentida mirada a tu África, acostumbrado como estamos a
darle la espalda, de cuando en cuando oigo algo sobre la tierra del paquidermo.
Sintonizamos noticias de las que nuestras conciencias y actos son enteramente
culpables; hoy es el ébola, ayer el VIH, guerras civiles endémicas, y mañana…
Mañana: no significa nada si
relativizo dos mundos tan cercanos y tan diferentes. Tu teclado me fotografió
el concepto del fin de la vida en Kinshasa. Por voz de Daniel -médico sin frontera hace unos años en la República
Centroafricana-, primo y amigo común, ya supe de esta cotidianeidad
obligada de un acto tan tabú en occidente. Supongo que nunca la muerte está tan
viva como en África. No hay otra.
Aquí, entre tantos vaivenes,
trato de subastar mi cabeza al que mejor dibuje el futuro. A pesar de todo,
siempre esperanzado. Espero referéndum por el petróleo y el dictamen sobre la
vida de Canarias.
A veces brindo en compañía, y
otras paseo en mi negra bici por una ciudad que mira hacia el mar. Al Atlántico
que unas millas más atrás del horizonte se adentra en la tierra en la que te
encuentras. Intuyo te aclimatas con suavidad al entorno.
Abrazos con coordenadas, amigo.
PD: El saxo coge mugre.
2 comentarios:
Adorable leerles. Inspirador también. Un abrazo desde el Atlántico chicharrero. Patricia
Merci de las dos partes Pizpireta, otro abrazo!
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