Ayer volví a inyectarme de esa África polvorienta y contenta
que cruza fronteras. Keita actuó en Bogotá y el público de la ciudad, en un
principio algo miedoso y desacostumbrado a cultura africana imagino, cuando el
momento lo requirió se levantó y danzó como si de un llamamiento a la lluvia se
tratara, meciendo los brazos y sonriendo en extremo. Hubo muy buen ambiente anoche,
una recarga total de energía y recuerdos, que son presentes y futuros también.
Sean felices, …
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