En mi barrio los adolescentes salen a las 6 a jugar al fútbol; en la calle
de atrás, la tierra que levanta el aire de la tarde marca un ritmo de juego
frenético, el negro de la piel resalta con las camisas sudadas y coloreadas de
Senegal, Mauritania, Francia. Algunos juegan descalzos y otros con botas de
fútbol, se palpa el compromiso con el juego y, aunque a veces hay risas y
burlas, lo normal es verles con muy buenas maneras.
En este “campo” de juego doy un paseo casi todas las tardes que estoy por
aquí, salgo y encuentro cabras, vacas, coches de caballo o de burros, guiados
por pequeños de 10 ó 12 años con endiablada maestría. Camino por las calles
polvorientas de esta pequeña ciudad, con turbante blanco y andares lentos,
nunca he visto otro “blanco” por aquí desde que llegué, más que una viejita
monja que compraba naranjas en el caótico mercado, y parecía un palomilla
marchita entre tanta negrura y tierra. Me hubiera gustado conocer su historia,
pero en cuanto me dispuse a saludarla entre el caos, ella evito mi mirada y
siguió camino.
Ahora, después de la ducha, tomo una coca cola que compro en la mini venta
de un moro local, me llama patrón y ya somos amigos, y aunque apenas habla
francés, nos comprendemos. Es tan humilde que le engrandece otras cosas, y hoy
soy yo quien le debe dinero, 50 ouguiyas (no sé si se escribe así), 12 ó 14 céntimos. Mi cesta de la compra hoy: dos paquetes de galletas maría, una coca
cola de lata y una botella de agua grande, todo por 650 ouguiyas, algo así como
1,60 euros.
Hoy, aunque es domingo, aquí empieza el trabajo. Ha sido al final un buen
día y estoy contento, si bien por momentos uno se plantea qué hace aquí. Por experiencia
sé que luego se ve todo con otra lupa y otras lentes, es positivo. Se tienen
días malos, pero son breves momentos que se palian con el calor de los tuyos y
los sueños de futuro. La cagalera se convierte en agua pasada, nunca mejor
dicho, jeje, y se pasan las tardes con un poco de humor. Cómo decir?... hoy me
he dedicado, entre otras momentos, a jugar al baloncesto con bolas de papel con Djibril en la
oficina, o a cantarle en español, luego he pensado que habría sido el extremo calor que me
emborracha en un país sin licencia para…
La foto, la tomé en las calles del barrio, ellos
quisieron posar nada más verme, como un equipo hiperprofesional, con mucho
orden.
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