lunes, 2 de noviembre de 2009

Cabo Ledo. Paraíso.

He llegado de Cabo Ledo, las sensaciones no pueden ser mejores; sentir el mar, la arena, el sol, este es un lugar que aguantará mucho tiempo la presión humana por lo recóndito de su situación. A casi dos horas hacia el sur de Luanda, cruzando el río Kwanza y el Parque Nacional de Quiçama, se encuentra esta playita con un pequeño poblado de pescadores, un chiringuito donde comer langosta y pescado y alguna casita para blancos occidentales que quieran perderse por unos días o para siempre, también los habrá.

Así me encuentro, recuperando el alma, la felicidad, el bienestar, la humildad, la tranquilidad, la fluidez, el trato, la paz y el cariño; uno puede volver a otros avatares y no perder la calma con las dificultades, volviendo a recorrer caminos tempestuosos sabiendo que las bifurcaciones serán obligatorias, pero teniendo un camino que andar.

Qué más que poder aprender toda la vida, incluso en estos tiempos en que nada parece fácil, aquí mucho más y mucho menos, mirando al pasado con la sonrisa puesta y recta de quien puede imaginar un futuro. Qué suerte algunos.

Veo fotos de amigos por internet en alguna cena por Tenerife o Madrid, no me reconozco en ninguna imagen, y no solo porque no salga en la foto. Ni más ni menos, ni mejor ni peor, pero ahora no; la perspectiva que tengo del mundo cambia todos los días, me hace dudar todo, lo que siento cuando salgo del pequeño oasis donde vivo y me abren las puertas dos angolanos y un policía detiene el tráfico para que me incorpore con el coche a la circulación; tengo dudas cuando recorro el museque, cuando voy a comprar y vienen cinco niños a pedirme dinero, cuando cambio 100 dólares por Kwanzas en el trapicheo de la calle, cuando me enfado con un angolano, cuando una angolana me sonríe, cuando te miran de manera despectiva y con el rencor de quien siente que ha sido humillado y ultrajado, creyendo que tenemos una deuda pendiente, y la tenemos, pero qué difícil es pagar la “cuenta”.

Pero en el fondo, somos iguales. No somos tan importantes.

4 comentarios:

Pedro dijo...

Jaime! acabo de leer tu entrada y la verdad es que me sentí muy identificado. Pasé el fin de semana en un paraíso donde la armonía era mucho mayor, entre la gente y con la tierra... ahora como dices he recuperado parte de mi alma, de mi visión alegre de la vida... me estaba costando aceptar la ciudad donde estoy. Gracias por compartir tus experiencias!!! Mucha fuerza!!! un saludo desde Bolivia. Pedro (el chicharrero adoptado)

Jaime Núñez Ubach dijo...

me alegro amigo; espero que te vaya muy bien y que cada día se progrese un poquioo, más que sea no? como dicen en las islas;
a disfrutar de la zona y de la gente, un abrazo.

Cecilia dijo...

Hola Jaime
Soy Cecilia, "JC" en Guatemala... he llegado a tu blog desde el grupo de facebook y me he leido todas las entradas que has hecho desde tu llegada, del tiron. Parece q la experiencia promete por alli!
Animo y suerte

Jaime Núñez Ubach dijo...

Hola cecilia, pues sí, la experiencia es buena sin duda; que tal estás ahí? está María contigo tbb? un abrazo fuerte!