lunes, 6 de abril de 2015

Mañana


El primero de enero de este mismo año, desperté en una casa que fue mi hogar en la capital de la República Democrática del Congo, Kinshasa. Algo perdido y tocado, comenzaba el año paseando por el río Congo, sin ningún plan aparente pero cultivando el futuro. Luego vino Honduras, la oportunidad de pisar la tierra americana por primera vez, saborear su gente como el café mañanero, un gustazo. Y ahora tengo una nueva propuesta que vendrá en dos semanas, y que parece confirmada. Nunca imaginé hace un tiempo que pudiera retomar África en el 2014, lo hice, y continuaré un tiempo aún.

A tientas se sugieren los pasos a andar, como los pasillos de la casa “guamasera” dónde me he instalado en Tenerife a modo de campamento base. Cuando deambulo por ella, no me hace falta encender las luces porque sé dónde está el final, y mientras, decidimos entrar y salir por las puertas a cada lado del camino. Los terremotos vitales o emocionales dan paso a una liberación de energía, a un descorche sublime que debe acabar en resistencia y vida.

Abrazos!

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