Ayer subía la
montaña roja (antes de ayer), primero corriendo y luego andando, primero sin pensar y luego divagando. Al llegar a la cima estaba
exhausto y me retorcía empachado de bocanadas de aire (guiño al título de este
blog) al mismo tiempo que observaba toda la costa sur, el mar y el cemento,
hasta la punta de Rasca. En cuanto pude recobrar el estado me percaté de la
presencia de un extranjero (“guiri”), cobijado entre rocas y de aire triste,
perdido en sus pensamientos frente al océano.
- Hello. – Hi. A
tres metros de él tomé posición a sotavento y adopté el mismo aire melancólico de mi
“compañero” de cima, mirando sin mirar el azul y las calas que dibujaba la
altura. El deporte abre la mente, la provoca, la ayuda a romper barreras y arriesgar,
aumenta la satisfacción personal y para mí, que creo que es lo más importante,
genera un chorro de ideas de las cuales casi siempre puedes rescatar una o
dos…aunque si he de ser sincero, todo es fruto de la operación “biquini” que
tengo en marcha, jeje.
En la montaña
(-ita) de repente pensé que quería subir todas las montañas y volcanes de la
isla de Tenerife, ahora me lo estoy pensando. Pensé que quería escribir más y
que tengo también que trabajar más, pensé que debía ser más constante, más
enérgico y tranquilo a la vez, más equilibrado, más generoso y solidario, pensé
también que quería ser más alegre y finalmente, pensé que no quería ser el
“guiri melancólico” que tenía al lado, aunque a veces toca.
Todos estos
sentimientos de mi estado no eran más que positivos, no eran más que el reflejo
de querer escalar más montañas personales e interiores después de una época más
… no sé cómo calificarla… con luces y sombras, pero feliz también a su manera.
La cuestión es que había abandonado el deporte cotidiano y como dice mi colega
Dani, acompañar la vida con actividad física a la medida es casi obligatorio
para alguno de nosotros que tendemos a veces a divagar por los mares de la
melancolía y de la China, de la amarga realidad internacional, de las miserias del ser humano
y las propias. y qué sé yo!! que está muy bien sudar, a sudar!
2 comentarios:
Interesante reflexión. La anécdota con el extranjero es toda una ironía del mundo actual, donde todos somos individuos egoístas en lugar de apostar por un mundo en el que prime el trabajo cooperativo (es el futuro). Las montañas del sur me recuerdan siempre los paisajes de la Capadocia.
Hi anónimus.., el futuro es crecer con equidad y reparto y la alternativa el fin de los medios de vida! los paisajes de la Capadocia me recuerdan a la Antigua Persia...
Publicar un comentario