Place de La Canourgue
Rue Sainte Croix, ellas pasean con cajitas de pimientos saboreando e imaginando el antipasto de la cena y ellos, sofisticados “Ray Ban wayfarer” de sombrero antiguo, llevan cañas de pescar como quien lleva el periódico “recién hecho” del domingo.
El viejo centro histórico de Montpellier huele a sorpresa, a cada esquina y cada paso, los mapas mienten. Sabe a desamores y a mediterráneo, a romero de las macetas y al viento de la ribera. El sol se cuela por las ramas, esta plaza ha sido la nostalgia en otoño y el aguacero en primavera, y es ahora mismo mi plaza.
La camarera de la terraza desde la que observo me dice que estoy hablando muy bien, no la creo! Yo también quisiera ser camarero en esta plaza.
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