Como un nuevo día se anuncian los insectos, al caer el sol entre acacias y matas, los sentidos se confunden y la hierba suena, y los pájaros huelen a mojado. Y en éstas ahí me veo, no las tengo todas conmigo y las dudas me asedian, no habré sabido por qué. Seguiré hasta el final hasta que todo se acabe.
Son días complicados que espero que mejoren, a perro flaco todo son pulgas. Aquí mosquitos. Poca suerte tengo últimamente, esto tendrá que virar. Los espaguetis recalentados con vino del sur del África, bailan al son de una canción de medio pelo y una conversa que pega fuerte, como los tambores de mañana.
La noche está empezada, el día está acabado y los miedos del gobierno neutralizados. Hoy nadie se ha manifestado, el comercio nunca fue justo.
La luz se apaga y los muchachos cruzan el mato, aprovechando la penumbra que ilumina sus aldeas. Las mujeres corren con fruta en la cabeza, tienen miedo al azul oscuro de la noche. Y yo me vuelvo a casa entre dimes y diretes, entre pan y “peter panes”, un viaje solitario con anestesia y final de barrio.
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