jueves, 18 de febrero de 2016

Desde argelia a guantanamera




Hoy es uno de esos días laborales que inicias con una gran nota de tareas pendientes a realizar, y logras tacharlas todas al final de la tarde. Sin más. Tampoco me hace tan feliz pero fue un pequeño momento de gloria. La otra tarde me estaba acordando del año pasado, en una misión corta en Argelia, los campamentos de refugiados cerca de Tinduf. Un viernes de relax en el desierto, en casa de alguien de NNUU probablemente, bebíamos “licores prohibidos” y discutíamos personas de nacionalidades árabes, africanas, latinas, anglosajonas..etc. En un agradable y placentero momento de soledad de los últimos días, pensaba en aquel momento en Tinduf, cuando me enzarcé en una conversación amistosa y sincera con un referente de seguridad norteamericano de origen latino, había luchado en Irak, Afganistán, ahora hacía “rondas” por el desierto Saharaui y era uno de los referentes en ese tinglado allí montado. 
Mientras me contaba la historia de su vida y el origen de las heridas de balas de su pierna, recordaba cómo bebía whisky de manera nostálgica y sentimental cuando se reunía con su padre en EEUU, de tal forma que en diversos momentos de la conversación se quedaba absorto mirando un punto en el horizonte que no existía, con la mirada nublosa y perdida en los recuerdos, hasta el punto en que seguía apurando la bebida.
Lo que me hizo recordar esta historia es el hecho de que tuviera tan claro que había venido al mundo a ayudar a su hermano y hermana a que consiguieran sus éxitos; él sólo era militar, no tenía familia propia y tan siquiera tenía sueños tampoco. Quizás me acordé de él al ver la película El Renacido de Dicaprio, o vete a saber porqué motivo.
Abrazos…buen finde.

Jaime   

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