miércoles, 16 de septiembre de 2015

De vuelta de Antioquia



La capacidad de superación mejora el lado humano, y ciega al hombre en su máxima ambición, perdiendo la esencia de lo que somos y minando la mínima tolerancia que debe darse entre nosotros. Leyendo a Fernando Vallejo, escritor colombiano, me he interesado por el Bogotazo, periodo de violencia en la capital que se extendió al resto del país en los 40-50, quizás parte del semillero de violencia contemporánea que se vive en los departamentos del país, concretamente en las zonas rurales. 43 de las 50 ciudades más peligrosas del mundo están en América Latina, 5 de las 43 pertenecen a Colombia, y las otras 7 están en USA y Sudáfrica.
En Antioquia, cuya capital es Medellín, se contradice la situación de las familias vulnerables de los municipios más alejados con el nivel de desarrollo de una ciudad próspera, con jardín botánico, metro, casa de cultura, actividades diversas, y un concepto de respeto y tolerancia que aparentemente dotan de bienestar a su población. De esta manera, vamos viendo diferentes caracteres, maneras de aproximación, semblantes, perfiles, y aceptación de nuestra presencia, en función del grado de “contaminación” vivida en los últimos tiempos. Una población muy endurecida y violentada, que busca un hueco de calma y respiro en el tiempo y en el mundo, bajo el marco montañoso de un verde grotesco, color esperanza.
Fotos de Medellín y zonas de Antioquia.

Temita reggae de un local musicien, from Bogotá.

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