La capacidad de superación mejora el lado humano, y ciega al
hombre en su máxima ambición, perdiendo la esencia de lo que somos y minando la
mínima tolerancia que debe darse entre nosotros. Leyendo a Fernando Vallejo,
escritor colombiano, me he interesado por el Bogotazo, periodo de violencia en la capital que se extendió al
resto del país en los 40-50, quizás parte del semillero de violencia contemporánea
que se vive en los departamentos del país, concretamente en las zonas rurales. 43
de las 50 ciudades más peligrosas del mundo están en América Latina, 5 de las
43 pertenecen a Colombia, y las otras 7 están en USA y Sudáfrica.
En Antioquia, cuya capital es Medellín, se contradice la
situación de las familias vulnerables de los municipios más alejados con el
nivel de desarrollo de una ciudad próspera, con jardín botánico, metro, casa de
cultura, actividades diversas, y un concepto de respeto y tolerancia que
aparentemente dotan de bienestar a su población. De esta manera, vamos viendo
diferentes caracteres, maneras de aproximación, semblantes, perfiles, y
aceptación de nuestra presencia, en función del grado de “contaminación” vivida
en los últimos tiempos. Una población muy endurecida y violentada, que busca un
hueco de calma y respiro en el tiempo y en el mundo, bajo el marco montañoso de
un verde grotesco, color esperanza.
Fotos de
Medellín y zonas de Antioquia.
Temita reggae de un local musicien, from Bogotá.
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