No tengo nada verdadero que decir. No es el mejor momento de
la temporada y nada fluye como quisiera que fluyera, tal vez es porque estoy un
poco cansado física y anímicamente, esto es todo, vendrán tiempos más alegres y
los disfrutaremos. Tampoco tengo ganas de hablar de nada, pero sé que me vendría
bien sacar algunas telarañas hacia fuera, como creo que decía Bebe o alguna
cantante. De cada lugar en el que estuve, la experiencia me dice que te llevas
dos, tres e incluso cuatro amigos auténticos para el resto del viaje de tu
vida, dependiendo del tiempo y las experiencias vividas. Aquí ya sé que me
llevo un amigo verdadero, el cual me da apoyo logístico y moral en los últimos
días, le debo una. Cuando me llama por teléfono le respondo cariñosamente con
un “qué pasa pringado”, y se cabrea un poco, pero no puede ocultar la simple
bondad e ingenuidad que guarda en él, uno de los grandes y un tipo duro por aquí.
Estuvimos en la exposición del World Press Photo en Kinshasa, el camino hasta
la extraña torre de la foto donde se daba la cita no era de lo más apetecible
para un sábado de tarde, la tensión del camino en Jeep y el caos popular te preparaban
para recibir la exposición con los brazos abiertos, muy interesante. Una de
las puertas de la base de estas torres estaba en el suelo dejando el espacio abierto a la curiosidad, Alex quería subir por
la escalera de caracol infinita que subía la torre, negra en el interior,
algo derruida, y seguramente lleno de ratas, a mí me daba mucha pereza el trayecto, por así decirlo. En cuanto
empezó a subir él con un grupo de jóvenes congolesas que andaban merodeando por ahí, llamé
al guardia a preguntarle si era legal subir por aquella torre…, aborté la situación con
un poco de risas complacientes y me llamaron chivato, pero creo que era un mal
presagio esa escalera al infierno, y además no estaba permitido obviamente
subir por ahí, jeje. Vivimos en una vieja ciudad por la que creo que pasa demasiada
gente. Sean felices.
P.D.: La historia de una de las fotos ganadora 2014 “señal”,
de inmigrantes llegados a Djibouti, aquí sobre-fotografiada con mi móvil en este post (espero que no sea ilegal hacer esto), es bastante
cruda, inquietante, y tal vez esperanzadora a la vez. Múltiples lecturas. Léanla
en algún link profesional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario