martes, 21 de octubre de 2014

Unos días cuerpo a tierra

 
 


 
No tengo nada verdadero que decir. No es el mejor momento de la temporada y nada fluye como quisiera que fluyera, tal vez es porque estoy un poco cansado física y anímicamente, esto es todo, vendrán tiempos más alegres y los disfrutaremos. Tampoco tengo ganas de hablar de nada, pero sé que me vendría bien sacar algunas telarañas hacia fuera, como creo que decía Bebe o alguna cantante. De cada lugar en el que estuve, la experiencia me dice que te llevas dos, tres e incluso cuatro amigos auténticos para el resto del viaje de tu vida, dependiendo del tiempo y las experiencias vividas. Aquí ya sé que me llevo un amigo verdadero, el cual me da apoyo logístico y moral en los últimos días, le debo una. Cuando me llama por teléfono le respondo cariñosamente con un “qué pasa pringado”, y se cabrea un poco, pero no puede ocultar la simple bondad e ingenuidad que guarda en él, uno de los grandes y un tipo duro por aquí. Estuvimos en la exposición del World Press Photo en Kinshasa, el camino hasta la extraña torre de la foto donde se daba la cita no era de lo más apetecible para un sábado de tarde, la tensión del camino en Jeep y el caos popular te preparaban para recibir la exposición con los brazos abiertos, muy interesante. Una de las puertas de la base de estas torres estaba en el suelo dejando el espacio abierto a la curiosidad, Alex quería subir por la escalera de caracol infinita que subía la torre, negra en el interior, algo derruida, y seguramente lleno de ratas, a mí me daba mucha pereza el trayecto, por así decirlo. En cuanto empezó a subir él con un grupo de jóvenes congolesas que andaban merodeando por ahí, llamé al guardia a preguntarle si era legal subir por aquella torre…, aborté la situación con un poco de risas complacientes y me llamaron chivato, pero creo que era un mal presagio esa escalera al infierno, y además no estaba permitido obviamente subir por ahí, jeje. Vivimos en una vieja ciudad por la que creo que pasa demasiada gente. Sean felices.
P.D.: La historia de una de las fotos ganadora 2014 “señal”, de inmigrantes llegados a Djibouti, aquí sobre-fotografiada con mi móvil en este post (espero que no sea ilegal hacer esto), es bastante cruda, inquietante, y tal vez esperanzadora a la vez. Múltiples lecturas. Léanla en algún link profesional.

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