jueves, 25 de agosto de 2011


He conocido un bar de esos, un bar de delincuentes. Donde la gente come en cacerolas y las viejas son más jóvenes. Allí, a plena luz, se repiten personajes como en una obra de teatro: el viejo patrón, simpático y entrado en kilos, su educada esposa, fina y atenta, la señora y su perro faldero, ambos extrovertidos y a la vez rabiosos, desafiantes desde la terraza, increpan a cualquier garrapata que se preste a ello. También hay jóvenes parejas de gustos “franco-castizos” y matados de barrio, encantadores y cercanos, “déjà vu” de lo que hemos vivido.

En frente del bar, “corner british-england shop”, coqueta tiendecilla con comida inglesa, como si pudieran hacer frente a la propia comida francesa. Posadas y artistas, el ramadán evoca dulces, el barrio árabe es un escaparate, las obras en el tranvía también acompañan y entre el calor del agosto se cuela “un demi de bière”, o dos.

Cada uno a nuestro ritmo, marcamos un verano de aprendizaje al francés, lengua frustrante pero encantadora, en “train” de aprender. Hoy escribía a Angola y recibía respuesta inmediata de mi colega. Estoy bien, feliz, y es una maravilla seguir aprendiendo lenguas y nuevas culturas, pero desde esta silla cómoda, me viene la chispa que prende el mundo: los indígenas por el Perú y Bolivia, el cuerno de África, las revoluciones del Magreb, ciao bandoleros, y tanto más.

Aquí hay muchas culturas conviviendo en mi entorno cercano: vivo con un egipcio, todo el Mediterráneo europeo y africano está representado en el “patio de mi casa”, la mezcla es brutal y las segundas generaciones en el sur de Francia están presentes en el día a día, me gusta esto.

Todos queremos algo diferente, va llegando.

Foto: desde Sant Roch.., otro lugar

Esa nueva portada-libro de la derecha, El Extranjero de Albert Camus, es un libro que he leído aquí y está bien.

2 comentarios:

Cristina dijo...

Jaime, me alegro que te vaya tan bien. Muchos besos, Cristina.

Jaime Núñez Ubach dijo...

merci Cristina, un abrazo!