En
los últimos dos o tres años desde mi salida de Francia he andado en varios
países, regresando un máximo de 2-3 semanas a Tenerife y Canarias en general.
Cada vez soy más feliz con este estatus de nómada permanente y a su vez me siento
con más ganas de poder plantar los pies, aunque no ahora. Este es un
sentimiento encontrado. Entre papeleos y visitas obligadas -y no tanto-, me ha
dado tiempo para una buena borrachera de vino y discusión política con un viejo
amigo –juerga hasta 5 am incluida. Espero que no nos cueste la amista de más de
20 años. Me ha dado tiempo para intuir el miedo, el espíritu poco recíproco que
tenemos con nosotros mismos y con nuestro entorno amplio (entono un “mea
culpa”); me ha trastornado cuando un amigo me cuenta las condiciones laborales
que tiene que soportar. Yo no quiero que a mis amigos les vaya bien, como así
me repiten últimamente, yo quiero una sociedad entera mejor para todos donde
caben nuestros errores y despropósitos (otro “mea culpa”) junto a nuestros
ideales y esperanzas, así nos aseguramos que a todos nos vaya bien, inclusive a
nuestros hijos.
Los
sentimientos son encontrados y quizás agraviados por la sensación que me
provoca después de venir de un país tan “especial” como Colombia, y sentirme que
aterrizo en un contexto con cierto carácter “acomplejado” en relación al resto
del mundo, que intoxica mis ansias de mejora y optimismo, cayendo sobre mí una
losa que intuyo me llevaría varios meses superar. Quizás exagero, o quizás
estoy errado, de cualquier manera sigo creyendo que éstas islas son un gran
paraíso y que pueden llegar a soportar los 12-14 millones de turistas anuales que
ya tenemos, con unas mínimas garantías y beneficios para la población local que
se reflejen en mejores indicadores socioeconómicos. Pero no a cualquier precio
o a base de actos sin reparación posible: hay una terrible falta de reparo en
relación con los muelles “mastodónticos” sin acabar, edificios grises sin
terminar para turistas imposibles de soportar y que nunca llegarán, colas del
paro para “artistas y cantantes”, “machacas y currantes”, “jóvenes y jóvenas”,
y una sanidad pública para “nini´s, nanos y yayos” que no da más de sí.
Ahora
me voy mañana rumbo a Irlanda por unos meses, pasando por Cádiz y por el
Guadalquivir, pero no sin antes aceptar el regalo de la vida y añorar los
tiempos tranquilos y despreocupados de niño, en los que pasaba horas pescando y
buceando, días de sol y mar interminables con mis abuelos por el sur de la
isla, sin problemas aparentes y creciendo tranquilo. Ojalá todo el mundo
pudiera tener eso y ojalá yo regrese a ese periodo de reposo alguna vez, como si fuese una curva
involutiva que describiera un camino y un afluente a través de un embudo de
serenidad, hacia líneas simples de caudal y formas armoniosas, poco dispersas y
serenas por el buen cauce hacia la muerte.
J
Next
Station : Cádiz-Dublin
Sean
Felices y feliz domingo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario