No sé cuánto llevo aquí, diez días
quizás. La sensación es ligera y cálida como el siroco que me moldea y me seca lenta
y dulcemente. Apenas grandes desplazamientos, una pequeña burbuja huérfana y diáfana
que deja parado el tiempo, como los carros de los 50 y las viejas casitas de
barro donde compro el pan al salir de la oficina, del hospital, del protocolo.
El silencio del desierto y el “paro
obligado” de la civilización en esta parte del mundo te dejan la impresión de vivir
en un filme, donde la comunicación se hace por guiños porque aún se comunican,
y donde te ofrecen pan sin pedir nada a cambio, tendiendo la mano y mirando a
los ojos para acabar las noche y empezar los días, obligándote a parar al son
del ritmo Bereber, que no tiene tempo ni prejuicios.
Escucho mucho esta canción
adjunta últimamente y otras más del mismo, Damon Albarn “Mr Tembo”; la historia
de un elefante huérfano en Tanzania. Tembo es elefante en suajili, y la marca
de una cerveza tostada que tomábamos en Kinshasa, por cierto. Disfrútenla!
Buena semana! Abrazos!
Jaime
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