En el trajeo matutino de mis carreras por el
parque, siento la brisa, siento algo. Cuando hace dos días me han robado la
bicicleta, sentí que me robaron las alas. Ayer logramos apañar una enclenque
bici localizada en una "cava" de un viejo edificio. Primero
desgarramos la cadena que la ataba, poco a poco, con diferentes herramientas
que cumplían cada una su labor. A continuación la observamos, y decidimos como
tratarla para que volviese andar por buen camino. Luego la rociamos con aceite
en las piezas más delicadas y sensibles, repitiendo la labor las veces que
fuera necesario. Y finalmente le inflamos las ruedas de valor y de oxígeno,
para que pueda marchar adecuadamente por los caminos. Un toque final de mimos y
detalles, y eso es todo, me he ido por mi camino a casa con una nueva bicicleta
realmente cómica, con una cartera al hombro, una sonrisa de niño y mil miradas
encima.
miércoles, 4 de septiembre de 2013
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