lunes, 17 de octubre de 2011

arceaux

A veces cuando tengo un mal día, busco una carta en forma de email que una vez me envió un colega, él aún está en Huambo, Angola. Esto ocurría por finales de marzo-abril de este mismo año. En esa época realmente sí estaba jodido jeje, con lo cual un mal día en Francia es pan comido. Deambulaba por las calles y las esquinas de Huambo pensando en tantas cosas a la vez, que no habría vidas suficientes.

Cuando releo el email y me pongo en aquel pellejo, siento una mezcla de añoranza y esperanza, a la vez que un flujo de energía positiva ¡que diferente se ve todo!

Aquí las piedras de la Catedral no me han dicho nada. Ayer entraba a la iglesia San Pierre, a una misa. Me gusta normalmente conocer éstos rituales en cada ciudad. Era fría y castigadora, como los recuerdos de las noches de insomnio.

En el barrio marroquí se mata y corta la carne por el rito islámico, la menta y otras hierbas se ofrecen en la calle como si fueran algo normal, que lo son. Los bigotes son de verdad y el rubio de las mujeres es artificial. Al final de la mañana se recogen los tenderos y de las pescaderías, se desprende olor a mar, que se derrama hasta las alcantarillas que bordean los bancos y cajeros, esta es otra marea.

Bajo los arcos compro la historia de un país que tira a menos, entre máquinas de escribir y fascículos de segunda, novelas de sangre fría y sellos que una vez acompañaron mensajes. Aquí me siento en un barrio, lejos de donde vivo en plena meseta. Los viejos me dicen algo, las mejillas sonrosadas me hablan, y yo pienso que estoy vivo y me queda mucho.

Besss

P.D.; esta foto no es mía.., y no sé de quien es!

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